Las piernas bien, el culo duele. Todo normal.

Nos levantamos agustito, con tranquilidad hacemos las alforjas, nos aseamos, preparamos un café con leche en polvo, unas galletillas Prince y salimos con intención de rodar 20 km y desayunar en el primer pueblo que “cruzamos” (entre comillas porque aquí cruzar cruzar no se cruza ningún pueblo, se escala a ellos).

Todo verde, camino bien, mejorando para croozer (ni caso a la foto). Llegamos a la encrucijada de Port de Carmaix y decidimos escalar al pueblo. 

Si ayer decíamos que entre pueblo y pueblo no hay nada. OJO. A lo mejor en los pueblos tampoco hay NADA. Todo chapado. Pueblo fantasma total, ni gatos. Por lo visto el 14 de julio es fiesta en Francia, vale…. Ya lo sabemos.

Nuestro gozo en un pozo, bajamos por donde hemos subido y seguimos ruta. Paramos a comer en un camping. Fideillos de bolsa. Y aquí empieza la odisea. 30 esclusas en los últimos 14km. 15 en los últimos dos km….y el pueblo en lo alto de lo más alto grrrrr. Morimos, lo echamos todo, llegamos con la reserva pero ¡LLEGAMOS! … Hay un bar abierto. ¡SÍ! una cerveza y una cola si vouz plaise. 

WTF?? (Está rica)

– Oye Paco, que ha pasado uno con una pizza

– Vamos!

-¡Síguelo!

Entramos en la pizzería, to take away que nos cierran el camping. Amarramos con un pulpillo a las cajas de las pizzas y GRACIAS SEÑOR. El camping está cuesta abajo. Llegamos, nos registramos, una botellita de sidra y cenamos como lobos. 

Lalá dixit: No vayáis a poner un pueblo cerca del canal no vayáis a coger humedad. CABRONES!